“El entusiasta andador de trochas y veredas persigue algo que no siempre resulta fácil de comprender. Vadea los arroyos, sufre las asperezas del piornal, trepa por las llambrías casi verticales, con fatiga, pero seguro de si mismo y con voluntad de superación, que no de competitividad”
MANUEL RINCON,
Andar por la Sierra de Guadarrama 1989
El camino siempre nos lleva a algún sitio distinto de donde empezamos, incluso si tomamos un camino equivocado. Nos arranca de un lugar y nos pone en marcha, ¿hacia adonde?, a veces la meta no es lo más importante, simplemente salimos de nuesta zona de confort para enfrentarnos a las inclemencias de las naturaleza, poniendo a punto nuestras armas para combatirlas: desarrollando ese especie de sexto sentido que poco a poco nos va enseñando como orientarnos. Nadie ha dicho que sea fácil: piedras, barros, señales perdidas, extravíos, inclemencias de la meterología… sin embargo, entregados a la causa del camino, no volvemos la vista atrás: buscamos una meta, un final, una luz encendida detrás de una ventana que nos indique que hemos llegado a un lugar de refugio, un collado, una cima… El camino siempre nos lleva a otro sitio, no importa lo rápido que vayamos, es cuestión de tiempo que nos abra a otro paisaje en el que tampoco permaneceremos mucho tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario